La montaña, es el origen de lo que será cada grano. la tierra fértil es cuidada dura generaciones por las caricias de los árboles, junto al viento como puente de tanta dulzura. Allí, el caficultor, a través de su maestría, supo obtener la mejor cosecha, seleccionando los mejores frutos y agradeciendo a la tierra que entrega lo mejor de sí misma para dar un sabor tan único y especial a cada momento de nuestros días.